Columna publicada en los escombros del periódico La Catarina

miércoles, 30 de junio de 2010

La muerte de Evaristo

De una propuesta azarosa hecha por la Jefa de esta sección y un humor negrísimo nació Evaristo Galvanduque, pero sobre todo por la propuesta. El pseudónimo del quejumbroso incómodo y al mismo tiempo de la traición: límites inmediatos a la vista del mirón. Es una pena hacer una broma sin generar risas. Aunque, y no lo digo como pretexto, hay una alta competencia de payasos en el pueblo.

Evaristo, casi a manera de voz propia, se encargaba de subrayar cosas que, como en cualquier libro personal y en varios de la biblioteca, parecían relevantes a su juicio personal. En un momento en el que el periodismo universitario que excede las paredes de esta sección, se encuentra en un bache de cobertura, un desinterés periodístico y, sobre todo, un bache en cuanto a la actitud ante la información, un vigilante que espera a la realidad sentado en su oficina.

Oswaldo Martínez, uno de los fundadores de este periódico, recuerda como en sus principios un profesor le dijo que desde que La Catarina había aparecido las cosas empezaban a suceder en la UDLA. Porque había una devoción por indagar, una felina curiosidad mortal. Ahora las cosas ya no suceden, se respira un aire conforme, letras de un requisito para servicio social. Como si después de un posible hundimiento del barco, la tripulación agradezca sólo por mantenerlo a flote y no echarlo a andar a tierra firme.

La semana pasada recibí, de parte del mandamás de esta publicación, una sugerencia-condición de matar a Evaristo. Porque, cito a lo que mi memoria da, “en esta columna se expresan puntos altamente críticos que deben ser defendidos por su verdadero autor” osea, yo. Así que tomé su cuello entre mis manos, el de Evaristo por supuesto, y lo asfixié con indiferencia. Él no hizo ruidos y yo creo que hasta lo disfruté.

A las pocas horas unos compañeros me hicieron saber que, a diferencia de cuando me ocultaba cobardemente, ahora me respetaban. Agradecí su consideración y estuve a poco de bendecirlos, pero eso hubiera sido demasiado.

Horas más tardes recibí llamadas de ex miembros del periódico, ellos ante todo aclararían que no eran miembros de este periódico, sino del otro. Es impresionante lo ofensivo que se puede llegar a ser en distintas direcciones, eso es algo que extrañaré de Evaristo.

Y mientras se libran absurdas batallas de honor, aquellos que otrora fueran los de mayor propensión a la ofensa ahora se mantienen en silencio. Al resto, como siempre, no le importa algo que a decir verdad, no es muy importante. Aunque, una vez más ¿qué lo es? La nostalgia del desamor se diluirá, y la virginidad de la prostituta tal vez no abandone nunca su cama. Luego, con el tiempo, todo volverá a empezar. Pero tal vez no aquí, sino en otro estado menos priísta, en otra universidad privada menos voraz, con otra juventud menos frígida.

Descanse en paz, Evaristo Galvanduque y la madre que lo parió.

Ha muerto el rey. Viva el rey.

Miguel Trancozo

Aludildo


Disculpe usted si de repente soy vulgar, me resulta inevitable intentarlo y divertirme en el proceso. En números previos se me ha acusado, también, de hedonista, machista, irresponsable, inmaduro, intolerante, amargado, quejumbroso, remilgón, inmoral y cobarde. Tal vez alguno tenga razón, pero sólo soy un reflejo de la colorida comunidad de la que todavía formo parte.

Lo que más parece preocuparle a algún padre de familia disfrazado de profesor, es, en este orden: la experimentación con sustancias ilegales, el goce sexual, la falta de fe en el equipo de fútbol americano y la falta de fe absoluta en la palabra de la máxima autoridad de esta, nuestra casa de estudios. Por no mencionar la crítica a la vida que sustentan los colegios residenciales, al timonel de corte político al que nos encontramos condenados, o la lenta y silenciosa muerte que se le propina a este semanario; ya que esos son, evidentemente, males menores.

“Aquel que forme parte de esta institución y jamás se haya quejado de ella, que lance la primera piedra.” Diría, si no tuviera saber del monumento estatal a la hipocresía que contiene a este insignificante campus. Caerían piedras de manifestantes y huelguistas en mis ventanas, y con los fríos que anteceden al volcán, esto es de lo más indeseable.

Indeseable es, también, supongo, un columnista que ni su propio consejo editorial quiere publicar. Mea culpa. Esto es figurativo, me quiero explicar, ya que en estos últimos números se toman en serio las palabras que no lo son e ignoran las que sí, convenientemente.

En esas cartas-queja, para la sorpresa de nadie, se me manda a callar. Muy representativo de un lugar en el que, incluso la comunidad gay parece cerrada e intolerante, en donde los pavos se van volando sin dar noticia y el debate no tiene lugar.

Se ofende alguna señora por ahí, porque sugerí probar las drogas en un lugar en donde la sugerencia evidencia mi gran sentido del humor y la falta del suyo, se ofende otro por ahí porque yo digo que todos aquí repiten sin cuestionar las mismas opiniones en torno a, por ejemplo, los sindicatos, sin embargo a más de medio mes de la toma de Luz y Fuerza, no se ha abierto un debate al respecto dentro de la universidad, qué decir un debate, una mesa, un foro, algo. Los demás puntos son menos difíciles de evidenciar: los aztecas tocan el fondo del fondo, muy becados ellos todavía. Pero no todos los aztecas, los más grandes y alimentados sobre todo. Que quede claro que aquí aún hay deportistas universitarios que hacen mérito, así como aún hay una planta docente, cada vez más breve, que entiende su posición no sólo como la de un intermediario de conocimiento, sino como reactores del pensamiento, y sí, también quedan unos poquísimos alumnos que creen que la Academia no es un programa de televisión, aunque todo a su alrededor indique lo contrario.

Miguel Trancozo

Consejos de un tesista al recién ingresado a la burbuja

- No vivas en colegios residenciales, si lo haces, abandónalos en cuanto puedas. Encontraras momentos de alegría fuera del campus/burbuja.

- Desconfía de tus profesores de la forma más respetuosa posible.

- Conoce el Camino Real y luego abandónalo, después de un tiempo se vuelve monótono y triste.

- Ten una novia extranjera, pero no lo hagas cada semestre, te depreciará mucho. Luego acostúmbrate a decir adiós.

- Involúcrate con un proyecto dentro de la universidad hasta el punto en el que te des cuenta de que podría ser mucho mejor.

- Prueba las drogas que te ofrezcan pero procura no comprarlas, en Cholula les suben el precio.

- Cambia de amigos cada semestre, es la única manera auténtica y eficiente de alcanzar la tan preciada interdisciplinariedad. Además esto sucede casi involuntariamente, así que hazlo consciente.

- Toma todas las clases de oyente que puedas, estas suelen ser las que más apreciarás de tu carrera, irónicamente puede que sean las únicas que tampoco pagues.

- Evita ir al Tigre, por tu salud.

- Usa la biblioteca hasta que notes lo poco actualizada que se encuentra. Entonces usa sus sillones.

- Ten también una novia mexicana y ámala mucho, nadie te ofrecerá más compañía. Procura que no sea una que desee un embarazo a cambio de tu licenciatura.

- Ve a un partido de los aztecas para que digas que lo hiciste, de todas formas ahora sí están en una liga en la que puedan ganar y tal vez lo disfrutes.

- Exprímele a la universidad cada peso que inviertas en ella, muy pocos lo logran.

- No te apenes por dejar de saludar a la mayor parte de gente que conozcas. Les importas tan poco como ellos a ti.

- Si puedes, vete de intercambio. Bajo advertencia de volver para decepcionarte de muchas cosas.

- Exígele algo al Consejo Estudiantil, hazlo parecer imperante. Puede que sea de las únicas veces que les demanden hacer algo relevante.

- De tener beca, no te molestes en buscar algo que te llene, lo que sea que hagas no te gustará y solamente te quedará asimilarlo, mejor haz eso desde el principio.

- Ubícate en la carnicería en la que te encuentras parado, y regocíjate en la efervescencia hormonal que ésta despide.

- Una vez más: no vivas en los dormitorios.

- Procura conocer gente que no estudie aquí. O mejor, que no estudie.

- Compra una bicicleta, pagar estacionamiento es ridículo.

- Busca los cimientos de nuestra alma mater, te serán más entretenidos que la ficción. Después decide si cargas culpa u orgullo.

- Evita aplaudirle a la inevitable relación de la universidad con el gobierno del estado.

- Se cuidadoso de con quién bebes.

- No prestes libros ni películas. Aquí la gente desaparece con impresionante facilidad.

- Deja Cholula en cuanto termines, que igual pronto cansa.

- Disfruta a todas las mujeres que conozcas, disfrútalas tanto como puedas, que cuando salgas te darás cuenta de que afuera, en la realidad, son menos guapas y jóvenes, en general disfruta de lo que puedas sin dejar de cuestionar por qué, cuando todo termine, se convierte en algo que muy lejano a la realidad.


Evaristo Galvanduque

Sindiquiet

La H. Planta docente de la universidad salta en un tombling, como hay unos más gordos es normal salpicar a los más chamacos, que como salen volando igual se vuelven a trepar. Cuando alrededor sólo había milpas y la vida era en blanco y negro, los académicos exigían garantías y regulaban, digamos, el peso y el brincar de los que se subían, para evitar accidentes, por seguridad.

A grandes rasgos una universidad privada se distinguía porque, además de tener mujeres más guapas, congregaba a estudiantes-clientes, y con el dinero que entraba alguna superioridad se ofrecía cambio (aunque esta, en muchos casos, se quedara en el punto de las mujeres). Con tiempo y una lupa de no tan alto calibre, es fácil notar que una segunda distinción de sus populares y públicos símiles, es un cuerpo académico laboralmente desprotegido, vulnerable, segregado.

Por supuesto, estos no es cosa de universidades y cómo se iban a poder salvar. La tendencia es encuerar. Derivado también de una historia muy sucia de los sindicatos mayores, liderado por el salón de la fama de monstruos mexicanos: Elba Esther o el siempre momia Fidel, por ejemplo. Pero hay muchos más igual de monstruos, y como de aliados tenían a los órganos estatales los privados prefirieron prescindir de ellos. Y así, en aras de evitar la mafia se silenció a los trabajadores, se les limitó a decir buenos días y pasar su tarjeta. A mover la cola cada quincena.

Cada vez quedan menos organizaciones de defensa al trabajador. Sí, los que hay pueden ser sucios y detestables, pero no menos que las instituciones de las que dependen. Peor: no menos que aquellas instituciones sin sindicatos. Algunos sindicatos carecen de transparencia, sí, pero la solución no es desaparecerlos, de ser así la democracia se hubiera abolido hace mucho.

La Compañía de Luz y fuerza fue tomada por policías federales, se atisba un devenir en obscuridad. Mientras universidades como esta se convierten en incubadoras de crueles patrones, o lo que es mucho peor, de más empleados subordinados para los que la palabra sindicato, sentados en sus cubículos, les provoque escalofríos y ni siquiera sepan por qué. Universidad-fábrica de robots programados a repetir las palabras de su rector, de sus profesores de negocios: más empresas más empleo. Lo qué no dicen es qué tipo de empleos.

No es necesario un vistazo a la maquiladora fronteriza, ni un puñado de historias jodidas. Basta con ver alrededor, preguntarle a un profesor si se siente satisfecho, si cree que le pagan lo justo, si siente el gasto de su honorarios comparable con el gasto en jardines. Preguntarle lo mismo al de intendencia, a la secretaria, o al jardinero, sería un drama mayor que, para este texto, raya en la cursilería.

Las casas están vacías, queda el rastro de un escudo que alguna vez estuvo allí, como la silueta de un sillón en un rincón, el tapiz despegándose de la pared, sólo siluetas. Un ciego sentado observa el letrero, espera a que vengan a pegarle el código de barras. Entonces recuerda: - pero yo no soy ciego, soy mudo.


Evaristo Galvanduque

Sombra aquí, sombra allá, persígueme, persígueme


Qué cosa tan terrible los anglicismos, pensaba cuando entré a la universidad, a la cual he procurado evitar llamar la uni. Mera desidia, supongo. Sin embargo, hubo uno al que no me resistí por la perversión que implicaba: stalker.

Por la naturaleza de escaparate que tienen los pasillos universitarios es fácil que la cautelosa y premeditada observación se convierta en un ritual de espionaje, lo cual hace ya unos años era facilitado aún más con el sistema de Intranet local, que permitía que con un solo click se desplegara la foto, nombre completo y horario de la rubia de piernas largas de la esquina o del malhadado con nextel en altavoz. De cualquier estudiante, pues.

La actividad de stalkear (que inevitablemente me hace pensar en una estocada) en ese entonces era un hermoso ir y venir entre el Voyeur y la exhibición, el perseguidor y el objeto del deseo, la mirada silenciosa y anónima, la versión universitaria más cercana al groupie y al rockstar.

El sistema, en un principio justificado como una manera de garantizar la organización para los trabajos de equipo, fue cerrado por temor a los secuestros que podría propiciar el carácter público de los horarios. En ese momento muchos perdieron a la mujer de sus sueños, pero los sueños no cesan y la pasión por observar en secreto tampoco. Por fortuna Facebook apareció al poco tiempo, pero por un momento el panorama para los vigilantes de lo cotidiano parecía sombrío en la universidad.

En cambio, durante la administración de Palou, la idea del Peeping Tom (otro irresistible anglicismo) universitario renació. Las cámaras de vigilancia, que hasta ese entonces sólo se veían resguardando equipos costosos, comenzaron a brotar por pasillos, zona habitacional y puntos de reunión. La mirilla de la puerta ahora develaba más. Detrás de la puerta se podía escuchar una respiración, se alcanzaba a ver una caprichosa sombra tras el espejo.

Luego, durante el breve y desafortunado periodo del administrador Langdon, las cámaras se instalaban de un día para otro en los lugares donde los becados hacían muestra de su inconformidad. Para ese entonces el equipo de seguridad dirigido por Kim cargaba ya con cámaras fotográficas y de video, quizá no siempre, pero como buenos amantes de la inofensiva mirada, sabían detectar el momento preciso para portarlas y sobre todo, usarlas. El problema con esto fue que los métodos se volvieron cada vez más vulgares. Un buen Voyeur sabe valorar la discreción de su empresa.

Como decía, paralelo a este proceso apareció Facebook y se popularizó descomunalmente. La ausencia del horario es difícil de extrañar cuando se puede tener acceso a las fotos de la misma rubia de piernas largas de la esquina en bikini y, oh placer, sin que ella se entere de que lo haces. Por otro lado, la vigilancia continúa en el campus; existe una habitación en la que a diario se observa a la comunidad en un enorme collage de imágenes en vivo y, oh demencia, sin que nosotros sepamos qué es lo que se hace con ellas.

Evaristo Galvanduque en colaboración con Eva Cáustica

La ficción que no parece ficción


El rincón de lo no real, recurso básico de la expresión artística, ha sido una herramienta de ayuda a la reflexión que no siempre fue bien vista, Jesús Silva-Herzog Márquez lo narra más apropiadamente “la metáfora era enemiga mortal de la ciencia y, por ello, contrincante de la paz. La imaginación, una sensación empobrecida.”. Es decir, la ficción ha tenido en la historia un actuar rebelde por naturaleza, analítico y expositivo.

En los últimos años se ha visto, principalmente desde Latinoamérica, algo que parece una declaración de guerra contra lo ficticio hecha desde la propia ficción, una declaración en contra de la magia de la pobreza, en contra de la idealización del indio y del heroísmo nacional, eso, en contra del heroísmo sobre todo. Una declaración que es una reacción a las vacas sagradas de la creación latinoamericana, Fernando Vallejo resume de esta forma:

En este negocio el que no es poeta o novelista de tercera persona se quedó colgado del trapecio en el aire fuera del circo. Qué más da. ¡Cómo va a saber un pobre hijo de vecino lo que están pensando dos o tres o cuatro personajes! ¡No sabe uno lo que está pensando uno mismo con esta turbulencia de cerebro va a saber lo que piensa el prójimo! ¡Al diablo con la omnisciencia y la novela!

Pero no sólo es Vallejo, que logra su ficción a través de una primera persona que, a la distancia, parece tratarse de textos autobiográficos, no, también es Roberto Bolaño y un impresionante abanico de voces logrado a base de lo cotidiano y lo aparentemente real. El escritor mexicano y ocasionalmente cantante y videoasta, Julián Herbert, se resguarda en la introspección sumida en una cloaca que lleva mierda, ni mierda más apestosa ni mierda mágica. En la pintura está Víctor Rodríguez, hiperrealista mexicano que iguala la estética de la fotografía y hace de una polaroid una compleja expresión que discurre entre la tecnología y lo humano, una búsqueda de lo abstracto en lo habitual. Por su parte, en el cine, destaca el dúo Carlos Reygadas – Amat Escalante, dúo negado pero imposible de apartar que, con sus obras, se separan drásticamente de los afamados “tres amigos” (pronunciar como gringo en vacaciones) de la ficción fantástica y hollywoodesca: Cuarón, Iñarritu y del Toro. El Batman y Robin del neorrealismo mexicano, han hecho su ficción a partir de personajes que no son actores y que, a la vieja usanza de Eisenstein, son personas haciendo ante la cámara lo que normalmente hacen en su vida.

Estas reacciones son gritos desesperados ante una ficción que se volvió mentirosa e ilusa, reacciones ante la toma indiscriminada de la literatura versión Disney, del romance según la telenovela. También son reacciones ante una realidad que parece cada vez más ficticia, más “de película”: crisis viral seguida de sismos seguidos de más sismos seguidos de fanáticos religiosos disparando en el metro o secuestrando un avión, todo en un tenso clima apocalíptico de crisis económica y ecológica. En fin, son reacciones que resultan naturales y sobre todo coherentes. Lo que resulta sorprendente es que aquí, en este insignificante microcosmos, parece hacerse todo lo posible por hacer de la realidad algo más ficticio, más soportable y estético, como la belleza de una iglesia soportada por una pirámide aplastada.


Evaristo Galvanduque

El opacado ante-bicentenario

El patriotismo es tu convicción de que este país es

superior a todos los demás porque tú naciste en él.

George Bernard Shaw

Una festividad es cuando tú celebras algo que está todo terminado, que sucedió hace mucho tiempo y ahora no queda nada que celebrar más que lo muerto.

Abraham Polonsky

Ciertamente, este día de la independencia se encuentra profusamente opacado por el siguiente, el del próximo año, el bicentenario, no el año previo, ni el de después, extraño fanatismo por los números cerrados.

Hace un par de años, en un congreso celebrado en el Tec de Monterrey Estado de México, Mcluhan Jr. presentó una ponencia, en ella exponía su fuerte creencia en los ciclos históricos, desde el evidente paralelismo entre Roma y Estados Unidos hasta el, también evidente, ciclo centenal de la historia mexicana, o mejor dicho, de la Historia Mexicana.

Aún así, en un lugar donde la celebración pende del pretexto más alcanzable, los 199 años de patria tienen su propio encanto: en Cholula se viven los fanáticos aires de feria que entintan el cielo de pólvora quemada, en Puebla volverá a clamar patria uno de sus gobernantes más convenientemente penosos, además habrá box y todo indica que la selección tiene su lugar asegurado al mundial (aplausos).

Mientras la televisión, tan ridícula ella, no deja de presentar caricaturas de los héroes patrios y termina de pintar arquetipos burdos de lo mexicano.

En los países que fundaron el estado nación, el patriotismo es especialidad de los viejos y la derecha, los cuales suelen estar vinculados aunque aquí en el campus no lo parezca. En cambio aquí el patriotismo, además de ser cursi y vulgar, parece más vinculado a la ignorancia, y es que sólo un ignorante podría estar orgulloso de los cimientos de esta nación.

Por supuesto que, de imponer tanta exigencia a los días festivos estos se dejarían de celebrar, el comercio de banderitas y fuegos artificiales cesaría y la sola mención del día de los inocentes sería una broma de mal gusto. Entonces eso deja dos posibilidades en una pregunta: ¿es más absurdo celebrar una festividad o cuestionarla?

Por lo menos dentro de la academia a nivel superior se procura estar al margen. Afortunadamente en la universidad se aprecia una reluciente ausencia de parafernalia nacionalista y, a menos de que la tengan guardada para el 5 de mayo o el día nacional del PAN, parece no haber muchas intenciones de sacarla. La incongruencia viene a nivel básico, donde la propaganda nacionalista no se inhibe y da un despliegue de marchas y cánticos militares que resulta inconsistente con el largo de la vida escolar.

Pero mientras los antojitos y el pozole se sirvan por montón, el mariachi sople como su última voluntad y el tequila fluya por las gargantas de los comensales, entonces habrá un refugio ideal para todos los mexicanos, luego volveremos a nuestra zanja tricolor a increparnos los unos a los otros, mientras cuidamos de nuestras madres.

Evaristo Galvanduque

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