Columna publicada en los escombros del periódico La Catarina

miércoles, 30 de junio de 2010

La ficción que no parece ficción


El rincón de lo no real, recurso básico de la expresión artística, ha sido una herramienta de ayuda a la reflexión que no siempre fue bien vista, Jesús Silva-Herzog Márquez lo narra más apropiadamente “la metáfora era enemiga mortal de la ciencia y, por ello, contrincante de la paz. La imaginación, una sensación empobrecida.”. Es decir, la ficción ha tenido en la historia un actuar rebelde por naturaleza, analítico y expositivo.

En los últimos años se ha visto, principalmente desde Latinoamérica, algo que parece una declaración de guerra contra lo ficticio hecha desde la propia ficción, una declaración en contra de la magia de la pobreza, en contra de la idealización del indio y del heroísmo nacional, eso, en contra del heroísmo sobre todo. Una declaración que es una reacción a las vacas sagradas de la creación latinoamericana, Fernando Vallejo resume de esta forma:

En este negocio el que no es poeta o novelista de tercera persona se quedó colgado del trapecio en el aire fuera del circo. Qué más da. ¡Cómo va a saber un pobre hijo de vecino lo que están pensando dos o tres o cuatro personajes! ¡No sabe uno lo que está pensando uno mismo con esta turbulencia de cerebro va a saber lo que piensa el prójimo! ¡Al diablo con la omnisciencia y la novela!

Pero no sólo es Vallejo, que logra su ficción a través de una primera persona que, a la distancia, parece tratarse de textos autobiográficos, no, también es Roberto Bolaño y un impresionante abanico de voces logrado a base de lo cotidiano y lo aparentemente real. El escritor mexicano y ocasionalmente cantante y videoasta, Julián Herbert, se resguarda en la introspección sumida en una cloaca que lleva mierda, ni mierda más apestosa ni mierda mágica. En la pintura está Víctor Rodríguez, hiperrealista mexicano que iguala la estética de la fotografía y hace de una polaroid una compleja expresión que discurre entre la tecnología y lo humano, una búsqueda de lo abstracto en lo habitual. Por su parte, en el cine, destaca el dúo Carlos Reygadas – Amat Escalante, dúo negado pero imposible de apartar que, con sus obras, se separan drásticamente de los afamados “tres amigos” (pronunciar como gringo en vacaciones) de la ficción fantástica y hollywoodesca: Cuarón, Iñarritu y del Toro. El Batman y Robin del neorrealismo mexicano, han hecho su ficción a partir de personajes que no son actores y que, a la vieja usanza de Eisenstein, son personas haciendo ante la cámara lo que normalmente hacen en su vida.

Estas reacciones son gritos desesperados ante una ficción que se volvió mentirosa e ilusa, reacciones ante la toma indiscriminada de la literatura versión Disney, del romance según la telenovela. También son reacciones ante una realidad que parece cada vez más ficticia, más “de película”: crisis viral seguida de sismos seguidos de más sismos seguidos de fanáticos religiosos disparando en el metro o secuestrando un avión, todo en un tenso clima apocalíptico de crisis económica y ecológica. En fin, son reacciones que resultan naturales y sobre todo coherentes. Lo que resulta sorprendente es que aquí, en este insignificante microcosmos, parece hacerse todo lo posible por hacer de la realidad algo más ficticio, más soportable y estético, como la belleza de una iglesia soportada por una pirámide aplastada.


Evaristo Galvanduque

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